BUSCANDO AL SEÑOR ANTONIO
Muy pocos pensadores fueron capaces de descubrir y comprender los valores y la complejidad de la cultura aldeana; deducir, como afirmaba Ganivet, que “Las inteligencias más humildes pueden desarrollar las ideas más elevadas".
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Unas ideas que consiguieron crear un complejo sistema biocultural que permitió vivir y convivir durante decenas de generaciones a miles de familias. La Aldea fue la experiencia más larga, extensa y real de la sostenibilidad que conocemos. En esta etapa de nuestro periplo descubriremos el mundo aldeano a partir del legado del Señor Antonio, un ejemplo de los muchos humildes paisanos que generalmente nunca pasaron a la historia. El periodista Javier Pérez Andrés escribió para recordarlo: “El señor Antonio tenía una cátedra popular en Pereda de Ancares. Desde allí impartió clases de etnografía y de paisanaje muchos años. Hoy queda su obra y su espíritu inmortalizados en su palloza. La obra y el espíritu de toda una cultura popular que desaparece”. ¡Pero empecemos cuanto antes a caminar!.
Después de la visita a Peranzanes, saldremos en dirección a la localidad de Chano por una pequeña carretera de montaña paralela al río Cúa. En Chano podemos visitar dos conjuntos religiosos: la Iglesia de San Pedro de Chano y la Iglesia del Santísimo de Chano, pero estas no son las únicas sorpresas que nos aguardan; más adelante, a mitad de camino entre Chano y Guímara, nos encontraremos con el Castro de Chano. Es este un castro de origen celta muy bien conservado, que podemos visitar libremente y sobre el cuál nos mostrarán más información en el centro de interpretación construido para este fin. El tipo de vivienda castreña será similar a la palloza que con tanto cariño y amor conservó el Señor Antonio en Pereda de Ancares. Pero, ¡No adelatemos más sorpresas!.
Saliendo del Castro de Chano, continuaremos por una senda que cruza antiguas tierras de cultivo reconvertidas en pastos para el ganado, por lo que será frecuente toparse con animales en el transcurso de la senda. Con la llegada a la población de Guímara. En este pueblo comienza el Camino Natural de La Mirada Circular que seguiremos durante varias etapas (71 km) hasta llegar a Balboa.
Saliendo de Guímara por una pista que comienza a la entrada del pueblo, comenzaremos la ascensión hacia lo que los lugareños conocen como El Cuadro, lugar que hace referencia a una antigua braña donde se llevaba el ganado en época de estío para aprovechar, de este modo, los pastos de altura. Un poco más adelante, en la misma senda, nos encontramos con un cruce. Si queremos contemplar unas espectaculares vistas del vecino Principado de Asturias e incluso ver el mar en días claros, merecerá la pena que nos desviemos durante un tiempo del camino original, tomando dirección a Ibias, localidad perteneciente a Asturias. Retomando la senda original, dirigiremos el paso hacia el Valle de Ancares; las vistas serán desde aquí impresionantes, dejando a nuestras espaldas la espectacularidad del relieve del Valle de Fornela y abriéndose ante nuestros ojos, imponente, uno de los valles glaciares más representativos de nuestra comunidad, El Valle de Ancares.
De camino hacia la localidad de Suertes, el paisaje es realmente impresionante, de un verdor intenso como se ve en pocos lugares. Surgen las fuentes a cada paso, desencadenando en pequeñas cascadas que dan, si cabe, más luminosidad al paisaje y que hacen del camino a Suertes una senda inmersa en un pequeño paraíso. Suertes es una localidad prácticamente despoblada excepto en los meses de verano, en los cuales el bullicio de sus gentes vuelve a llenar sus calles. La arquitectura tradicional de esta aldea permanece inalterada, conservándose aún un antiguo molino.
Saliendo de Suertes, nos dirigiremos por una pequeña senda que discurre entre tierras de cultivo y sotos de castaños, con dirección a la localidad de Pereda de Ancares, lugar donde nos encontraremos con uno de los mejores ejemplos de palloza, construcción tradicional que nos recuerda origen celta de la zona. La palloza que visitaremos fue conservada durante años por el Señor Antonio. Allí, él siempre con una sonrisa, adornando la grata conversación, coherente, ordenada, precisa con la historia que nos contaba, con el relato de su familia y la original vivienda circular con el techo de paja. De sus palabras podíamos deducir como en aquella cultura aldeanase conjugan diariamente los verbos más hermosos: gestar, criar, cuidar, labrar, sembrar, habitar, nacer, adaptar y amar. Verbos que sirven para sobreponerse al mundo difícil y sufrido de las montañas.
No te pierdas la visita de la palloza-museo del señor Antonio una iniciativa privada que pretende por una parte, conservar la última construcción de este tipo que queda en la población y, por otra, recuperar los elementos de la cultura material que son el último testimonio del desaparecido modelo de vida tradicional. ¡Alguien debería inventariar y propagar tanta sabiduría como existe en Ancares, y recoger los testimonios vivos de una cultura que se lleva la nevada del invierno!. El señor Antonio quiso ser ese alguien y la palloza es su legado y ejemplo. Por cierto, al terminar esta etapa habrás recorrido ya 41 horas, más de la mitad de un extraordinario viaje circular por El Bierzo.